Esta bien o esta mal? [Auriana]

Aquel día se había sentido mal, quizás demasiado, y había decidido faltar a sus clases. Ya era tarde a decir verdad, así que sus clases habrían empezado y acabado sin ellas. Generalmente ella solía ponerse muy nerviosa cuando eso ocurría, aunque en ocasiones no lo aparentara podía ser muy responsable y hasta extremista. Pero ese día no era responsable y estaba considerando faltar el día siguiente para perder el tiempo en su cama todo el día, hasta que estuviera harta de tanto descanso. O simplemente para no ver personas en particular.

Había pasado el día deslazándose de un lugar a otro; de la cafetería que le traía tan malos recuerdos a la biblioteca, pasando por los jardines e incluso aburriéndose en el gimnasio, en donde descubrió con amargura que diez minutos para ella, haciendo eso, era mucho tiempo. Al menos ese día. De igual modo fue a las duchas y ahí sí se demoró largo rato, como de costumbre: hasta que el agua se enfríe. El día acabó pasándosele bastante rápido hasta ahora, pero de pronto caminaba de nuevo por los pasillos con su pantalón y remera de mangas cortas simple, dándose cuenta de que no tenía a dónde ir, salvo su habitación, y que no quería estar allí. No querría ver a Rina y sonreír para ella, como si su día hubiera sido maravilloso.

Caminó por los pasillos que daban a la sala de computación sin saber muy bien a dónde ir y dónde mirar. La puerta de la sala estaba entreabierta al momento en que ella pasó y no pudo evitar dar un vistazo a la pasada, mientras caminaba, con sus manos en los bolsillos. Cuando la vio mirando se quedó inmóvil y tardó un segundo en componer una de sus sonrisas y alzar una de sus manos en gesto de saludo, como si su día hubiera sido maravilloso. No estaba segura de si le hacía feliz o no encontrarse a la profesora aquella tarde; sí podía notar que se sentía un poco nerviosa. Bajó su mano que saludaba.
–Qué deprimente, una profesora trabajando –dijo con una sonrisa, un tanto burlona, para luego preguntar, en un tono más pausado, pues estaba pidiendo algo–. ¿Le molesta si me quedo? No quiero volver a mi habitación aún -e hizo una mueca.

Sonrió a su comentario: así que ella adoraba su presencia. Era todo un halago, viniendo de alguien cuya presencia era definitivamente digna de adoración. Se sentía observada, eso a no dudarlo, por lo que se creyó a sí misma en todo derecho de observarla a su vez y así lo hizo. Era inevitable que mirara sus largas piernas hasta donde la falda se lo permitía, pero invariablemente terminó prestando atención a su escote, con una pizca de deseo pero también de… ¿envidia? No por sus pechos, desde luego, sino por el hecho de que parecía ser toda una maestra en el arte de atraer a las personas con su cuerpo, casi controlarlas. Aunque bueno, Auriana de todas formas no quería convertirse en una femme fatale. Simplemente… tener ese poder de vez en cuando estaría bien.

–Muy bien, Xena eres una loca –dijo a modo de broma, intentando restarle importancia al asunto. Pero no funcionó, y en el fondo ella sabía que era evidente. Era un poco curioso el que la mujer se hubiera dado cuenta, ella se creía una buena actriz, pero al parecer no siempre podía serlo–. De acuerdo… Sí pasó algo –admitió por fin, a la vez que se dirigía a tomar asiento en la silla más cercana a de Xena. La acercó un poco más y se sentó. No estaba segura de continuar, no le parecía práctico contarle toda la historia a Xena. Tampoco buena idea, es más, no quería espantarla. Después de todo sólo era una conocida adorable. Pero existían preguntas que sólo ella podría responderle.

–Iré al grano –dijo con decisión, como siempre buscaba actuar. Su voz se volvió un poco pesarosa luego–. ¿Soy repulsiva? Por lo que hicimos… ¡Lo disfruté, desde luego! –se apresuró a decir, como si alguien lo dudara; estaba segura de que Xena lo sabía, era una obviedad–, pero… Alguien me ha dicho que las personas que hacen algo así, sin amor, sin conocerse, sin nada, son repulsivas. No creo que tú lo seas, pero siento que yo sí lo soy –acabó por fin, mirándola a la cara.

A lo mejor no era buena idea contarle, pensó. ¿Quién le aseguraba el que ella tuviera una respuesta para darle o que siquiera le interesara decir algo? A lo mejor sólo conseguía distraerla de su trabajo, y no quería eso. Vio cómo le cambiaba el semblante y cómo regresaba a trabajar en su computadora por unos segundos, en los que casi contuvo el aire. Pero pudo sonreír con cierto alivio cuando la vio quitarse los lentes y mirarla, esta vez a ella, con una sonrisa algo curiosa. No pudo evitar reír ante el primer comentario, pues la suya era una risa profunda pero contagiosa. Ni pensar el calificativo que las lenguas le habrían dado a ella.

Auriana asintió sin muchas ganas al principio, quizás un poco insegura, pues no consideraba a los dioses como dueños del juicio que en verdad le atemorizaba, al menos no por entonces. Por otro lado, podía notar que el análisis de la mujer era acertado y daba conceptos precisos: eso le agradó. No conocía a la auténtica profesora que era Xena, más allá de que la materia que impartiera no tuviera mucho que ver con aquello que decía.

Alzó la vista cuando vio que se ponía en pie para continuar con su explicación y la siguió con la mirada, a la vez que asentía. Tenía cierta razón en lo que decía, ella no podía negar que tenía ciertos instintos quizás demasiado básicos y esos mismos le habían dado el pequeño empujón hacia la mujer, con la esperanza de ser saciados.

–Yo no oculto que me masturbo –dijo a la defensiva, como si acaso se lo hubiera dicho a ella. Suspiró luego, dándose cuenta de que quizás la charla la ponía un pelín nerviosa, aunque no de forma exagerada. Se asemejaba demasiado a las charlas de sexualidad de la escuela, a decir verdad. La miró desde arriba, pues la mayor se había puesto de cuclillas y no pudo evitar soltar una risa.

–Lo siento Xena, esto me recuerda tanto a la primaria –acabó por decir, una vez que acabó de oirla–. Pero creo que tienes mucha razón en lo que has dicho. No es algo extraño. Es solo que hacía tiempo desde la última vez que me sentí juzgada, y odio serlo –confesó. Dejó caer una de sus manos hasta la cabellera de la mujer, tan larga y suave. Mantuvo un mechón de cabello entre sus dedos, con expresión pensativa. Finalmente asintió, como si se confirmara algo a ella misma–. Si, estoy mejor. Es usted una gran profesora –dijo de pronto en un tono burlón algo habitual, a la vez que dejaba su cabello en paz, un poco a pesar suyo. Juntó sus palmas, con una expresión apremiante–. ¡Profesora, debe continuar con su trabajo! Supervisaré que así lo haga –volvió a decir con su tono habitual, en broma.

Asintió de buen grado, como si aceptara la idea de continuar platicando. Pensó que la suya era en verdad una situación algo privilegiada: hablaba con una profesora pero como si de una amistad se tratara, y ni hablar de las otras cosas que entre ellas habían hecho. Pero por otro lado no era algo tan impactante o morboso, puesto que Xena no impartía materias a las que Auriana asistiera. Así que… Era complicado. Y en cierta forma irrelevante.

-¿Quién? –repitió de pronto ella, con las mejillas súbitamente teñidas de un tono rojizo y sorprendida por la pregunta- ¿Es tan obvio? –volvió a decir con una sonrisa, esta vez ya serenándose. Sí, seguramente era demasiado obvio. Se le debía notar en todo, no solo en las palabras.

-Pues… sí. Creo que se le puede decir así, un nuevo amor, aunque no me acostumbro a decirle así –meditó, casi saboreando las palabras-. Es curiosa… Tiene un aspecto muy particular, la primera vez que la ví pensé que se trataba de un chico. Es extraña, me inspira muchas cosas… Quisiera hacerla mi cena, algo así como lo que hice contigo –dijo con una pequeña sonrisa, era un recuerdo agradable-, pero a la vez quiero complacerla en todo, hasta en lo más simple… -y finalmente suspiró, con una sonrisa ladina-. A que te parecen unos sentimientos de lo más molestos, ¿eh?


Off: No pasa nada ^^ yo aun no tengo los exámenes más difíciles, no me lo recuerdes OTL.

-Tienes razón Xena, por el bien de todas tu corazón debería permanecer tranquilo –le confirmó ella algo divertida con sus palabras. Su mirada descendió por sus piernas, concentrándose en la imagen del ligero, tan sugerente. ¿Los ligeros tenían alguna utilidad? No lo recordaba, no estaba segura, aunque la verdad tampoco importaba. ¿No estaban ahí simplemente para ser arrancados? Alzó la vista de pronto, cuando escuchó sus preguntas. Le habría encantado el tener una respuesta de inmediato decidida, se habría sentido tan noble… Pero no la tenía, y eso hablaba terriblemente de ella.

-No lo sé –contestó tras un momento, suspirando a la vez que miraba brevemente al techo de la habitación. De poder quedarse con ambas todo estaría solucionado, pero eso sería inaceptable para Ametheist. Claro que no eran el mismo tipo de relaciones, en absoluto que no, pero aún así cada cual tenía elementos que echaría de menos. El placer de Xena era demasiado difícil de rechazar, y si bien sentía un afecto muy grande por aquella otra nueva persona en su vida, no estaba segura de ser correspondida.

-No quiero simplemente charlar, pero tampoco quiero empeorarlo todo, aunque realmente no se si haya algo que empeorar –refunfuñó, mas luego sus ojos descendieron para fijarse en el rostro de su compañera, para cerciorarse de que quería decir lo que diría. Sí, quería, y por eso se inclinó más hacia ella, acercando su rostro al suyo aunque manteniendo una expresión neutral, algo difícil de interpretar-. Pero no quiero que mi última vez contigo sea también la primera. Es algo muy ambiguo. Si tan sólo pudiera añadir una cláusula a nuestro trato… -murmuró, a la vez que se acercaba más. Fue un roce algo extraño, pues primero la besó junto a la comisura de sus labios ladeando levemente su cabeza y luego de lleno en los labios ajenos, llegando incluso a lamerlos. Mas tras unos segundos se separó de aquel rostro tan bonito y suspiró, poniéndose de pie-. Lo siento Xena, pero creo que es a lo máximo que puedo llegar por hoy. Pero me rehúso, no quiero ser una amiga charlatana y asexuada –dijo de pronto con una sonrisa en un tono un tanto burlón, para luego serenarse-. Dame un par de días para acomodar mis ideas, ¿aceptas? No querría renunciar para siempre a algo tan agradable.

-¿Luchar? –repitió con una sonrisa burlona cuando la oía. El resto no se lo vio venir, aunque tratándose de Xena no habría sido tan difícil predecirlo: con ver aquella sonrisa maliciosa le bastaba y le sobraba. Sus movimientos fueron muy rápidos, aunque quién sabe si acaso habría accedido a librarse de ellos si hubieran sido más lentos. En realidad no lo querría, le gustaba demasiado el tacto. Gimió al momento de sentir aquella pierna entre las suyas, haciendo presión, y el sonido sólo se extinguió cuando la otra la besó, de una forma tan intensa que de solo pensarlo le produjo cierto estremecimiento. Era inevitable el intentar reprimir sus impulsos y notó, sin sorpresa ni pudor cómo su sexo intentaba pegarse más a aquella pierna que lo oprimía, intentando incluso sacar alguna que otra caricia de allí. Pero de pronto todo eso se fue y ella quedó recostada contra la pared, recuperando el aliento y notando la enorme decepción de su cuerpo. Qué complicado.

-Por los dioses, Xena, que eres cruel –suspiró. El único movimiento de su cuerpo era el vaivén de su pecho, que bajaba y subía-. Si quieres dar una despedida, tiene que ser en grande. Que… Que te quede claro que algún día me lo volverás a hacer –le dijo con convicción. Pero en el fondo no sabía, no entendía nada de nada. Suspiró, tampoco era como si existiera algo que entender. Se separó de la pared, entonces, y miró hacia la mayor-. Nos vemos luego entonces, Xena. Gracias por todo –y le dedicó una sonrisa bastante radiante y quizás también un poco ladina, tras lo cual se deslizó por la puerta de la sala de computación y desapareció, rumbo a su habitación. Ahora sí que se sentía bien, confundida, sí, pero al menos bien. Su cuerpo… bueno, esa era otra historia.