La única mesa {Ametheist

Nada tan común como aquel lunes, en el que Auriana sólo se dedicaba a almorzar… Si es que a eso se le podía llamar “almorzar”. En realidad había comenzado por comer el postre –una senda porción de Lemon Pie- y la verdad es que no estaba demasiado interesada en comer como postre el almuerzo propiamente dicho, después de todo sería el momento del postre. Quizás no comería postre después de todo… en fin, un dilema bastante tonto al que de todas formas ella no prestaba atención. Al lado de su “almuerzo” descansaba un libro viejo y de tapa dura abierto; Auriana parecía poder comer y leer a la vez, y además no hacer caso al resto de los concurrentes de la cafetería.

A veces tenía esos ataques de reclusión social en los que no dirigía la palabra a nadie hasta que sencillamente lo hacía. Aquel día la cafetería estaba francamente atestada, sí, pero la gran mayoría era conciente de esa particularidad suya o simplemente tenían mejores cosas que hacer y el resultado final era que en su mesa sólo estaba ella presente. En verdad era su mesa, algo así como un reino de poquísimo valor.

Se recostó en su asiento de repente, en una posición potencialmente cómoda. Se había hartado de comer y también se había hartado de leer. No le apetecía ir a los jardines, ni a la biblioteca, ni a la piscina y ni remotamente a clases –aunque esto último lo terminaría haciendo, aunque no le agradase-. Suspiró y se echó sobre su mesa, haciendo a un lado lo que le quedaba de comida. No, tampoco le apetecía dormir. Gruñó como si se tratara de una niña pequeña.