Al más puro estilo de los '50 {Yuzuriha

Le había costado escoger la ropa que se pondría y se había sentido como una tonta al rebuscar en su armario, pero es que ese era un encuentro de lo más importante para ella y habría odiado el dar una peor impresión de sí misma. Sin embargo, descubrió pronto que si bien cosas como el té y la literatura le encantaban, el refinamiento no era lo suyo. Al final había optado por vestir unos jeans y una camisa ceñida al cuerpo, pero sin demasiadas convicciones: era muy sencillo desentonar si tu acompañante se vestía de un modo más…formal, por decirlo de alguna manera. Y como no conocía demasiado a Yuzuriha, no sabía qué esperar de ella.

Aunque, en realidad, le habría echo ilusión verla vestida de una formas más bien formal, al más puro estilo de su imagen mental de escritora francesa. En fin, quién sabía cómo se presentaría… Suspiró a la vez que miraba la hora en su reloj. En realidad quizás ella era demasiado puntual, y ahí estaría el problema. La hora consensuada para el encuentro había llegado y Auriana esperaba por su compañera fuera del local tan bonito en donde beberían… no estaba segura. Lo más probable era que ella un té y su amiga un café, se imaginaba. Pero aquello no era importante.

Miró las calles por séptima vez, intentando memorizar el lugar para luego podes describirlo si fuera necesario. ¿Faltaría mucho para que Yuzu llegara?

Estaba preocupada. ¿Y si no venía? ¿Y si le daba plantón? Se le hacía un pequeño nudo en el estómago al pensar eso. No quería que fuera así, de ningún modo, pero por alguna razón se le volvía más sencillo imaginarla como a alguien que tiene cosas más importantes que hacer que como el conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas. Se quedaría un momento más, pero…

Emitió una especie de grito ahogado cuando sintió las palabras entrando a su oído y el consiguiente escalofrío que le producía el tener a alguien tan inesperadamente cerca. Reconoció la voz de inmediato y su cuerpo se relajó, había llegado. Su rostro se ruborizó, eso sí, por la sorpresa y por haber recibido semejantes palabras. Fue un reflejo el reclinarse contra el cuerpo de la chica cuando sintió que ésta la abrazaba, y dejó sobre sus manos las suyas propias, con una leve sonrisa. Le alegraba mucho que al menos por ahora tuviera un humor tan bueno.

-Yo estoy muy bien, ahora que has llegado –le respondió tras un rato. Era una pena, pero tuvo que separarse de aquel contacto tan agradable para poder girarse y contemplarla. Se había vestido de una forma muy elegante y agradable, era muy bonita. Ella, por su parte… pero qué más daba, no podía cambiarse de ropa, ya no-. Tú, evidentemente, estás perfecta. Tienes ese… -pensó la palabra- aire que esperaba-acabó por decir, para luego tomarla por el brazo-. ¿Entramos? Se dice que este lugar es muy agradable.

Entró mientras pensaba que hacerlo tomada del brazo con una persona estimada era probablemente la mejor forma de entrar a cualquier lugar. Dejó de pensar en eso sin embargo cuando vio la decoración y el orden: era un lugar agradable, los rumores no se habían equivocado, pero la verdad es que si ella tuviera que vivir en un lugar así, todo aquel orden tan bonito habría acabado por fastidiarla. Estaba observando su alrededor con gesto crítico cuando notó la sonrisa de su compañera, y se la devolvió. Se ruborizó levemente cuando la escuchó hablar.

–No tienes que tratarme ni de usted ni de belleza, Yuzu -balbuceó mientras con los ojos buscaba una mesa. Se dijo que bueno, aquellas debían de ser fórmulas de cortesía, tampoco debería reaccionar antes ellas como a algo tan personal. Escogió una ubicada más o menos hacia el centro porque el mantel le hacía pensar en lavadas. Comenzó a guiar a Yuzu hacia esa dirección, cuando la escuchó hablar y rió.

–La verdad es que Afrodita nunca ha sido especialmente buena conmigo, y no es mi Diosa preferida. Me gustaría pensar que me parezco más a Artemisa, me encantaría ser una cazadora. En cuanto a ti… bueno, creo que Afrodita sí te tiene en estima –dijo con una sonrisa a la vez que llegaban a la mesa y se sentaban. Pronto llegaría alguien con sugerencias para pedir algo, aunque ella ya tenía algo en mente. -¿Ya has estado aquí antes?

Acarició el mantel color lavanda con la punta de sus dedos. Tan bonito, incluso más que el resto del lugar. Pero de todas formas eso era algo superficial y alzó los ojos de inmediato, pues lo que tenía delante era mucho más importante que un mantel.

–Oí hablar de este lugar pero también, es la primera vez que yo vengo –se apresuró a responder y luego la miró. Alzó las cejas levemente, sorprendida, pues estaba levemente ruborizada. De alguna forma notaba algo diferente en ella desde la última –y primera, la verdad- vez que la había visto. No era una diferencia desagradable, por supuesto, pero era curiosa y se quedó mirando aun con sorpresa a esos ojos que al parecer también la miraban a ella. Incluso jugaba con su cabello… Ella también se ruborizó levemente y desvió la mirada. ¿En qué pensaba? Qué diablos, de seguro que Yuzu se incomodaría de saberlo.

-¡Oh! Yo… hum… Quisiera té de lavanda con miel –dijo de pronto al notar que una mujer, presunta camarera, se paraba al lado de la mesa-. Y… ¿Tienen lemon pie? –imploró con los ojos brillantes, pues ese era su postre favorito. La mujer asintió, por fortuna. Auriana miró a su acompañante, sonriente. -¿Qué pedirá Lady Yuzu? –dijo a modo de broma.

Sonrió pagada de sí misma: estaba segura de que Yuzu acabaría por pedir un café, iba tan bien con su estilo. Frunció levemente el ceño cuando escuchó la escuchó hablar, no porque estuviera molesta sino porque adoptó una expresión más bien pensativa. ¿Qué podía elegir para ella? Pensó en una porción de tarta de manzana, pero, ¿y si no le gustaba? Había sabido de personas que odiaban las manzanas. Acabó por pedir lo mismo que había pedido para ella, aunque con cierta pena, incluso temor a disgustar.

–Dos porciones de lemon pie, entonces –dijo a la mujer, que asintió con una sonrisa de camarera y se marchó. Auriana sonrió entonces a Yuzu, un tanto curiosa por su forma de mirarla. Le sostuvo la mirada en silencio, cosa que no se le hacía tarea tan sencilla porque la chica tenía una mirada de lo más intensa, pero lo consiguió. Sus dedos habían vuelto a rosar el mantel de las lavandas en una caricia constante, pero sus dedos se detuvieron por un segundo cuando escuchó sus palabras. Sorprendente. Agradable.

–¿La tengo? –preguntó con una sonrisa. Con su mano libre se tocó el cabello, eso le ayudaba en cierta forma a tranquilizarse y mantener claras sus ideas. Era muy importante el discernir entre qué cosas decir y qué no. Pero… no sentía que estuviera mal el decir lo que pensaba, al fin y al cabo ella había hecho eso mismo–. Pero prefiero la tuya. Es tan intensa… En realidad… Diría que puede llegar a ser voluptuosa, sensual incluso –dijo pausadamente, aunque se apresuró a agregar–, aunque no es que me inspiren ese tipo de deseos Yuzu, por los diose, no quiero que pienses que soy una lisonjera –dijo desviando la mirada, a la vez que sus mejillas adquirían cierta tonalidad rosada. Afortunadamente regresó la mesera, salvando la tarde con sus postres y bebidas.
–Oh, gracias –dijo a la vez que la mujer depositaba las cosas sobre la mesa.

Consiguió que ambas estuvieran ruborizadas, lo cual debía verse algo cómico y eso ayudaba a que se disipara. Observó con muchísima atención su reacción ante la comida, la elegancia con que parecía poder tomar un pequeño trozo del postre para probarlo… No pudo apartar la vista cuando la vio llevarse la comida a la boca y ni siquiera cuando comenzó a saborearla. Para ser sinceros, en ese momento habría deseado transmutar todo su cuerpo en una nueva porción de lemon pie, no habría sido una molestia el que esos labios… De acuerdo, quizás era demasiado libidinosa.

-Moh, Yuzu, deja ya eso de preciosa –la regañó, pero lo cierto es que la halagaba mucho-. Y sí, te los sacaré a todos –dijo con una sonrisa algo sugerente.

Por un momento el postre había pasado a un segundo plano pero luego recordó que existía. Alargó su mano y tomó su taza de té primero que nada. Lo olió primero, bajando su mirada: era un aroma agradable, y tranquilizador en cierta forma. Sin embargo lo no tomó así: agregó en él cucharadas y cucharadas de azúcar, pues adoraba lo dulce. Finalmente le dio un sorbo, a la vez que escuchaba satisfecha el veredicto de su compañera.

-Me alegra que te guste tanto, no por nada es mi postre favorito –le dijo desbordando seguridad. Dejó su taza de té sobre la mesa, pero no probó aún su porción: estaba un poco pensativa. Quizás hubiera sido buena idea venir a ese lugar. Era sin duda uno de un aspecto adorable, encantador, pero de pronto sentía que aquella mesa que forzosamente la separaba un poco de Yuzuriha era una auténtica molestia. De momento deseaba estar cerca de ella, así fuera para sólo verla comer. Suspiró largamente mientras su vista se posaba en el mantel de nuevo. Finalmente tomó su cubierto y con él un pequeño trozo de la tarta, que se llevó a la boca y allí disfrutó. De pronto se le ocurrió alzar la mirada a la vez que hacía eso, para ver la expresión de Yuzu. ¿Acaso ella la miraría con los mismos ojos que ella? Si lo hacía... Quizás el lugar dejaría de ser tan desagradable.