Nada de nada {Rina

Lo único que hacía era estar allí, acostada sobre su cama con los ojos fijos en el techo. No podía escribir, no quería escribir, no podía leer, no quería leer tampoco, nada de eso en ese momento. Y esas eran básicamente las dos cosas más importantes que podía hacer de su vida. No sabía qué quería hacer… la Academia le gustaba mucho, sin duda, pero en ocasiones hasta se hartaba de estar allí.

Aunque, pensándolo bien, no era la Academia en sí lo que le gustaba tanto, sino las personas que podía encontrar en ella… Aunque tampoco entendía cómo podía agradarle tanto aquello si en el fondo no había logrado conocer en profundidad a nadie, así como tampoco había logrado que nadie la entendiera a ella.

Puesto que nada le apetecía, solamente quedaba dormir. Aunque siempre le había resultado difícil dormir siesta, ese descanso por la tarde que generalmente le parecía tonto. Pero bueno, ¿no estaba desesperada? Se acurrucó de frente hacia la pared y cerró sus ojos. A lo mejor lo conseguía y a lo mejor tenía un sueño agradable, de esos que te hacen adicto a dormir.

No iba a conseguir el Nirvana, de eso estaba segura, pero comenzaba a creer que si se relajaba lo suficiente podría llegar a dormir. En un momento dejó de pensar en eso para, directamente, no concentrarse en nada y por tanto se puede deducir que llegó a dormitar, pero no pudo pasar de aquello pues de pronto se escuchó un estruendo en la habitación. Auriana se incorporó de golpe, con los ojos bien abiertos y un incipiente dolor de cabeza por moverse con tanta prisa después de haberse relajado tanto. Miró a ambos lados, buscando a aquella violadora de la paz y la tranquilidad, hasta que se percató de que en realidad las cosas estaban más abajo de lo que había pensado.

-¿Estás bien? –le preguntó a la chica que estaba tirada en el suelo. Miró alrededor de la chica, en busca del objeto que la habría hecho caerse, pero tras un momento se dio cuenta de que no; la habitación no estaba en orden (su escritorio era una jungla de papel) pero en realidad no había nada arrojado en el suelo susceptible de ser un obstáculo– ¿Te tropesaste con tus propios pies? Vaya… en realidad te felicito, es un poco admirable –dijo con una leve sonrisa. No se puso en pie para ayudarle a levantarse porque, uno, no creía que lo necesitara y, dos, porque no estaba del todo segura de que ella misma fuera capaz de ponerse de pie tan pronto sin problemas y no le apetecía hacer el ridículo más que de costumbre.

Una idea le cruzó por la cabeza, además de su dolor. Si la chica se había metido en la habitación sin siquiera tocar la puerta (aunque, ¿cómo podía estar segura ella de que no lo había hecho? Después de todo había estado durmiendo) eso sólo podía significar que esa era su habitación. Y si esa era su habitación y también la suya, eso sólo podía llevarla a una conclusión:
–Así que eres mi compañera de habitación –dijo por fin. Aquello era una buena noticia, llevaba tiempo esperando a ver a su nueva compañera; había llegado a pensar que quizás no estaba destinada a tener ninguna. Pero bueno, ya veía que no– ¿Cómo te llamas?

Auriana rió llevándose una mano a la nuca. Era simpática y al menos parecía haber aprendido a convivir con su torpeza e incluso a reírse de ella. Aunque bueno, tampoco podía ser exageradamente torpe, se dijo. Aunque… no, viéndola así sentada cual indio no estaba del todo segura de qué pensar. Pero no podía negar que al menos sería una buena compañía, que de seguro la haría reír cuando lo necesitara.

–Bueno, pero en realidad no tiene nada de malo el ser un poquito torpe –dijo intentando aliviar la tensión, aunque en realidad no había mucha. Simplemente había llegado y eso era todo, había sido algo bastante familiar, como suponía debía de ser el trato con una compañera de habitación.

–Oh, así que Rina –dijo inclinándose hacia delante para estrechar su mano, aunque sin ponerse de pie–. Auriana, me llamo Auriana –volvió a decir a la vez que le estrechaba la mano. La miró con curiosidad a la vez que la soltaba, ¿cuál podría ser la especialidad de alguien tan…torpe? Aunque bueno, no era justo juzgarla sólo por una primera impresión. Decidió comenzar por ella misma–. Mi especialidad es Filosofía y Letras, ¿la tuya? –preguntó con curiosidad.

Sonrió tras oír aquello de su nombre. El suyo, Rina, también le agradaba: le parecía un nombre pequeño –en un buen sentido– para alguien que al menos de momento se le antojaba bastante pequeña. O a lo mejor no era tan pequeña pero sí inocente… quién sabía.

La observó con atención hasta que obtuvo su respuesta. Una estudiante de… ¡teatro! Sí, por alguna razón le parecía que ese rostro y esa persona en general cuadraban para semejante especialidad. Estaba agradecida de que su compañera de piso fuera una estudiante de teatro; así en cierta forma tendrían algo más en común.

-¿En verdad? Creo que el teatro es muy divertido –dijo con convicción–. Oye… –dijo de pronto, arrastrando las palabras; se le había ocurrido una idea–. Si algún día escribo una obra de teatro, ¿podría mostrártela? ¿o podrías intentar interpretar a algún personaje? ¡Así podría ver si mi trabajo es útil o no! –y la miró con ojos brillantes, maravillada por esa idea tan buena que se le acababa de ocurrir.

Se aclaró la garganta de pronto. No quería parecer una obsesiva.
–Bueno, claro que si te parece bien, claro... –dijo con gesto conciliador, a la vez que se rascaba distraídamente la nuca. A lo mejor se había emocionado demasiado.

Hubiera sido desagradable el que la rechazara… pero no pasó nada de eso, por suerte. Primero fue una gran sorpresa la reacción de su compañera, que incluyó un rostro refulgente y emocionado, y que en la emoción le tomó las manos.

-Que… qué bueno que te guste tanto la idea –dijo con una risa, como ya se dijo sorprendida. Mas luego se dejó contagiar por la emoción, al fin y al cabo era difícil el evitar reaccionar así con una persona como Rina delante-. ¡Muy bien! Entonces te tendré bien en cuenta, después de todo tienes el carisma típico de los protagonistas –aseguró.

Bajó la vista hacia sus manos. Vaya, si es toda una niña, pensó un poco divertida. Algo así como un estereotipo de hermana menor, aunque ella no podía estar segura pues nunca había tenido una. No le desagradaba mantener sus manos en contacto pero decidió que lo mejor sería dejarlas con una sonrisa gentil.

–Queda decidido, entonces –volvió a decirle, con una sonrisa. Mas la sonrisa se deshizo levemente y ella dejó de mantenerse sentada en su cama, para dejarse caer y hundirse en su almohada de nuevo-. Es una lástima que no pueda escribir, eso sí –masculló.

Off: gomen, no pude responderte al off antes. XDU No pasa nada, yo a veces me extiendo en mis post pero no es mi intención. Podemos hacer post breves y que funcionen de todas maneras, no te preocupes. ^^

Se hundía más y más en la almohada, estaba tan cómoda en su cama… Pero le daba un nosequé relajarse tanto estando otra persona presente. Su compañera de cuarto. ¿Cómo sería de ahora en adelante? Se sentía como una especie de víctima de una psicóloga, allí tendida ella y con su amiga –porque si Rina lo decía para ella era cierto que lo eran– haciéndole preguntas que importaban mucho para ella, pero que de igual manera le darían cierta pena responder.

–No me inspiro –dijo por fin, cerrando los ojos por un segundo. Volvió a abrirlos, un poco divertida ante la idea–. Sé que suena ridículo, pero comienzo a creer que necesito una musa. Igualmente no te atosigaré con ese puesto a ti, pequeña Rina. Tú serás una actriz. Pero musas… En fin –dijo desviando la mirada, para luego incorporarse y volver a sentarse sobre la cama–. ¿Qué clase de obra de teatro te gustaría protagonizar? ¿Algo en especial?

Realmente la chica se tomaba su tiempo por responder; es más, no le habría sorprendido el echo de que en realidad por un momento hubiera olvidado el que había algo que responder. A ella no le importaba demasiado, de todas formas le parecía una compañía entretenida, pero fue interesante oír su respuesta, cuando finalmente recordó que tenía que decir algo.

Vaya, pensó con sorpresa. Si estaba tan predispuesta a aceptar cualquier papel, más allá de que tuviera predilecciones, debía de ser una buena actriz. Si lo pensaba la actuación debía de ser divertida; eso de simular ser otra persona le parecía muy prometedor. Pero si pensaba en todo el esfuerzo que en muchas ocasiones los actores tenían que hacer para conseguir actuaciones creíbles… ahí no estaba segura de si le agradaba o no. Le parecía demasiado premeditado, como la poesía con métrica exacta o las mujeres casualmente perfectas en fotografías.

–¿En serio? Bueno, eso es un alivio. Te tendré en cuenta entonces para papeles como un molino de viento parlante o algo así –dijo bromeando, más que nada para ver su reacción. Se dejó caer sobre su cama, relajándose de nuevo, mas esta vez no estaba frustrada. Pero se incorporó casi al instante, un poco turbada–. Es raro tener una compañera de habitación. No puedo echarme a holgazanear sin pensar en cómo me veo –se quejó, aunque siempre manteniendo un aire jovial–. ¿No te incomodo yo a ti?

–¿Porque somos chicas? Bueno, quizás tengas razón –concedió con una sonrisa. Después de todo jamás había compartido nada con un chico, y si bien no creía que nada pudiera resultar demasiado diferente, quizás Rina tenía razón. Ella, por lo menos, prefería mil veces compartir su ambiente con una criatura como ella a con un muchacho.

Miró con agrado cómo se acomodaba ella en su propia cama; sin duda no mentía, estaba tan cómoda allí como decía estarlo. Era una conducta para imitar, se dijo, y volvió a relajarse. Estaba cansada en realidad, había sido un día… agitado, sí, sin duda. Cerró los ojos brevemente pero era conciente de que no duraría mucho si seguía así: o se levantaba completamente de su cama o se prestaba a dormir.

–Son muy cómodas –aseveró tras un momento, de nuevo con los ojos cerrados–. Si necesitas algo házmelo saber, Rina. Yo… creo que voy a descansar un poco. Hoy hice...–bostezó– hoy hice bastantes cosas -balbuceó, y era cierto.