Una imagen vale más que mil palabras.

Con el bloc de dibujo bajo el brazo y una sonrisa pintada en el rostro, la castaña salió del edificio de la academia, respirando aire puro y nítido, llenandose los pulmones de esa vida y aroma que caracterizaba a las zonas verdad.

El sol brillaba en el sielo y se escuchaban cantar a aalgunos pájaros en las copas de los arboles, como también se escuchaban a algunos insectos chirriar, como las cigarras. Era verdad que aun el verano se estuviese ya terminando, todavía quedaba un poco de ese encanto que le envolvía, como las hojas verdes y frondosas de la vegetación y ese calor que propocionaba el sol en lo alto del cielo despejado, como en ese día concretamente.

-Bien ¡Manos a la obra!

Con una risita, dispuesta a relajarse un poco, caminó desde la salida del edificio hasta un banco tranquilo y solitario del jardín, cuidado con ese refinamiento que otorgaba la academia entera para señoritas. Era blanco, con detalles muy bien cuidados, y tenía la suerte de que daba a una parte del jardín en donde estaban las flores mas bonitas y brillantes, tan bien cuidadas y a la vez tan efímeras, que pronto desaparecerían. Sheila pretendía retratar eso en un dibujo a pasteles, que le proporcionaban el color que necesitaba para que tuviera vida sobre el papel, y así, dispuso el bloc blanco sobre su regazo, dejando la pequeña cajetilla de madera a su lado y la abrió, dejando ver un montón de colores ya usados y un poco manchados, listos para ser utilizados por sus manos.

-Seguro que a él le gustaría esto... -Murmuró, pero para si, con una sonrisa muy tierna y suave, recordando.

Una mariposa revoloteaba por las margaritas blancas a un lado, jugueteando con sus petalos, como en una danza exquisita y elegante que se la regalaba solo a ella. Así, tomó un color, el verde, y empezó a dibujar a crear, sintiendose completa y viva.